LA INFLACIÓN
1. Introducción
2. Historia
3.
Concepto
4. Clases De La Inflación
5. Causas de la
inflación
6. Opinión de Keynes
7.
Consecuencias
8. Bibliografía
Actualmente, vivimos en un mundo de grandes transformaciones que nos
aproximan a un futuro impredecible.
En este contexto, uno de los factores
cruciales para la supervivencia de las naciones es la economía y precisamente es
aquí donde vienen ocurriendo las mayores anomalías de la historia humana.
Es
ya cotidiano hablar con preocupación sobre los fenómenos que amenazan no sólo
nuestro futuro personal sino el de toda las familias y del propio país.
En el
presente trabajo vamos a tratar precisamente de la inflación, ese tema que tanto
nos afecta y atemoriza y que a pesar de los esfuerzos a todo nivel con apoyo del
avance científico, resulta imposible de controlar y combatir.
Entonces,
permítanos desarrollar este breve estudio de la inflación, a partir de su
significado conceptual, sus causas y efectos, hasta llegar a establecer algunas
conclusiones para intentar plantear las soluciones y recomendaciones.
Los ejemplos de inflación son numerosos a lo largo de la historia, pero no hay registros fiables para medir las oscilaciones de los niveles de precios antes de la edad media. Los historiadores económicos afirman que los siglos XVI y XVII fueron periodos con alta inflación a largo plazo en Europa, aunque las tasas medias anuales del 1 ó 2% son tasas despreciables en relación con las actuales. Los principales cambios se produjeron durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos, cuando los precios aumentaron a tasas medias del 8,5% mensual, y durante la Revolución Francesa, cuando los precios aumentaron en Francia a tasas del 10% mensual. Estos breves periodos inflacionistas eran seguidos de largos periodos en los que se alternaban las inflaciones y deflaciones a nivel internacional, siempre vinculadas a hechos económicos o políticos concretos.
En relación con los patrones de inflación que se han dado a lo largo de la historia, el periodo posterior a la II Guerra Mundial se caracterizó por niveles de inflación relativamente altos en muchos países; desde la década de 1960 se ha mantenido, en casi todos los países industrializados una tendencia hacia la inflación crónica.
Esta tendencia inflacionista desfavorable consiguió revertirse en casi todos los países industrializados a partir de mediados de la década de 1980. Las políticas fiscales de austeridad y las restrictivas políticas monetarias emprendidas a principios de la década, se combinaron con las drásticas caídas de los precios del petróleo y de los bienes para lograr que las tasas medias de inflación descendieran hasta el 4%. Los países de América Latina, en su mayoría, experimentaron tasas de inflación crecientes a partir de la segunda mitad de la década de 1950. La variación anual del índice de precios al consumo sufrió violentos cambios en países como Argentina; en México la tasa de inflación en el periodo de 1984 a 1995 fue del 47,8%; Perú, a partir de 1978, tuvo una inflación creciente: en 1981 llegó al 75,4, aunque veinte años después había bajado al 4%; Brasil llegó al 105,6% en 1981 (en 2001, un 7,7%).
La inflación se define como un proceso de elevación continuada de los
precios, o lo que es lo mismo, un descenso continuado del valor del dinero. El
dinero pierde valor cuando con el no se puede comprar la misma cantidad de
bienes que con anterioridad.
Recalentamiento de la economía.- Se dice que existe un recalentamiento en la
economía cuando se produce un aumento leve de los precios.
Inflación rampante.- Supone la existencia de tasas de inflación entre
el 4% y el 6%.
Inflación Acelerada.- Es una inflación que
alcanza casi el 10 por 100 anual.
Hiperinflación.- Supone la
perdida del control de los precios por parte de las autoridades económicas del
país. En algunos casos se han llegado a detectar incrementos de precios de hasta
tres dígitos ( más de 1.000 por 100 anual) Se produce cuando otra moneda
(normalmente el dolar) o una serie de bienes (cigarrillos, bebidas ... ) acaban
por sustituir al dinero oficial como patrón de intercambio.
Los procesos inflacionarios pueden venir causados por la excesiva creación de dinero por parte de las autoridades monetarias del país. En estos casos el dinero crece más deprisa que los bienes y servicios suministrados por la economía, causando subidas en todos los precios. Esta creación excesiva de dinero suele estar motivada, a su vez, por la necesidad de los estado de financiar sus déficits públicos.
Las expectativas de los agentes económicos sobre como pueden evolucionar
los precios en el futuro. Este aspecto es muy importante ya que si por ejemplo,
los agentes económicos esperan que los precios pueden aumentar en el corto a
medio plazo, intentarán incorporar rápidamente este hecho a los salarios y demás
pagos fijados por contrato. Ello provocara importantes tensiones inflacionistas,
que de llevarse a la practica motivaran un incremento de los precios mayor que
el previsto.
La credibilidad que pueda tener la política económica del gobierno es
otro factor importante que puede generar inflación. Si los agentes económicos no
tienen confianza en la política económica del gobierno, en teoría tendente a la
reducción de los precios, sus actuaciones irán encaminadas a aumentar los
salarios y precios. Esta actitud hará fracasar las políticas restrictivas del
gobierno.
Los acuerdos salarias de larga duración pueden ser un arma de doble filo, ya
que la negociación continuada de acuerdos salariales en un marco de
inestabilidad puede ser muy perjudicial, lo cierto es que acuerdos de larga
duración, tres años o más, pueden impedir que el control sobre la inflación sea
más efectivo.
Las perturbaciones que el lado de la oferta también son causas frecuentes de presiones inflacionistas. La mayor o menor fortaleza del país, la evolución de los precios del petróleo y de las materias primas son factores que pueden afectar de forma significativa a los precios de las economías de un país, especialmente en aquellos países mas dependientes de imputes procedentes del exterior, como el caso de la economía española.
Los Costes de la Inflación
Los costes de la inflación provienen en su
gran mayoría de la falta de adaptación de la economía a una situación
inflacionista. Por ejemplo, uno de los coste más importantes de la inflación es
el incremento de los impuestos en el caso de que no se adapten los tramos
impositivos a la subida de precios.
Cuando existe inflación y los contribuyentes ven aumentados sus salarios, en
la medida en que el gobierno no adapte la tabla impositiva a este crecimiento de
los precios, la cuota impositiva será mayor. En estos casos los agentes
económicos deberán pagar un mayor numero de impuestos, no por un mayor nivel de
renta, sino simplemente por el incremento de los precios.
Otro coste de la inflación es el que ocasiona en la redistribución de la
renta. La Inflación perjudica tradicionalmente al prestamista (acreedor),
beneficiandoal prestatario (deudor).Así, en una situación inflacionista, las
personas que tengan que hacer frente a un préstamo tendrán que devolver, en
términos reales, una cantidad menor que la original. En un situación familiar,
los ahorradores verán como los saldo reales de sus depósitos bancarios irán
perdiendo valor a medida que los precios se incrementan. Solo en aquellos en los
que los tipos de interés se ajusten a la inflación se podrán evitar estas
perdidas, tanto para los prestamistas como para los ahorradores. De esta forma,
se pone de manifiesto que lo importante es el mantenimiento de los tipos de
interés reales, no tanto de los nominales.
Un coste relacionado con los anteriores es la incertidumbre que genera la
inflación. Esta incertidumbre hace que los agentes económicos, ante el riesgo de
que sus inversiones valgan menos, aumenten los tipos de interés, lo que
afectaría negativamente a la inversión y, por tanto, al crecimiento económico
del país.
Finalmente, si la tasa de crecimiento de los precios en un país es muy superior a la de los países con los que compite en los mercados internacionales, dicho país verá reducida su competitividad. Lógicamente cuanto mayores sean los precios, más difícil será que los productos nacionales puedan ser comercializados en terceros países, lo que obliga, de esa forma, a los gobiernos a mantener una tasa de crecimiento de los precios similar, si no menor, a la de los países de su entorno. Manteniéndose todos los factores constante, un incremento de los precios mayor al de nuestros competidores supondrá una reducción de nuestra competitividad.
¿Es Mala La Inflación?
La teoría económica nos indica que la inflación, especialmente la imprevista,
produce incertidumbre sobre los precios futuros, lo que afecta a las decisiones
sobre el gasto, el ahorro y la inversión, ocasionando una asignación deficiente
de recursos y, por tanto, dificultando el crecimiento económico.
A pesar de ello en Gran Bretaña, en la década de los 50, se presentó un
estudio, que actualmente se conoce como Curva de Phillips, que sugiere que
cuanto mayor es la inflación menor es la tasa de desempleo (y, por el contrario,
que posible bajar la tasa de inflación incurriendo en un mayor número de
desempleados) cuestionando, por tanto, las medidas antiinflacionistas propuestas
por los gobiernos.
Por su parte, en 1990, Robert Barro, un destacado profesor de Harvard y miembro del Banco de Inglaterra, publicó un exhaustivo estudio que relacionaba la inflación y el crecimiento de más de 100 países, ricos y pobres, entre los años 1960 y 1990, y llegó a las siguientes conclusiones: Por un lado corroboraba la teoría económica, y determinó que cuando sube la inflación se reduce el crecimiento económico.
Sin embargo ésta reducción es muy pequeña, entre un 0,02 y un 0,03 por ciento
por cada punto que sube la inflación, lo cual no es especialmente desastroso
para un país pero, dado que reducir la inflación es algo costoso en sí mismo, ya
que conlleva una pérdida importante, al menos temporal, de producción y de
puestos de trabajo, se cuestionaba si la sociedad no estaba pagando un coste
social demasiado elevado por reducir de forma prioritaria la inflación.
A pesar de ello la inflación suele ser muy impopular; a los consumidores no
les gusta tener que pagar más por un producto de un mes para otro, a pesar de
que sus rentas (lo que ganan) se hayan incrementado en la misma cuantía, y ha
hecho que los Gobiernos conviertan la contención de la tasa de inflación en uno
de los puntos más importantes de su programa político-económico.
Por último
cabe decir que en los países desarrollados, la inflación está siendo contenida
gracias a los avances tecnológicos, la pérdida de influencia de los sindicatos,
a las privatizaciones y a la creciente competencia nacional e internacional, que
están haciendo bajar el coste de las materias primas y de los productos
energéticos y, por tanto, el precio final de los bienes y servicios producidos,
más que a una acertada política antiinflacionista de los gobiernos implicados.
El riesgo consiste en confundir las manifestaciones monetarias, como la
inflación, con las verdaderas causas de las contradicciones del sistema
económico. No cabe duda que los responsables económicos y los agentes en general
proponen soluciones consistentes en la manipulación de las variables monetarias
pues la política económica puede controlar los mecanismos de transmisión
monetaria a corto plazo y demostrar el grado de ejecución de los objetivos
fijados.
Quizás fuera más operativo situar a la inflación no tanto como espejo
monetario sino centrar la atención en la casuística real que el fenómeno
inflacionario refleja: los estrangulamientos del aparato productivo que
distorsionan el equilibrio entre oferta y demanda de bienes y servicios, la
interesada administración de precios por parte de grupos económicos concertados,
la tensa distribución de la renta entre grupos de perceptores, etc.
En este
sentido, aún está por establecer el verdadero coste económico y social del
cumplimiento cualitativo de ciertas metas de convergencia en el complejo proceso
de la unión monetaria y éste vacío es crucial para anticipar un cálculo
coste-beneficio sobre los efectos regionales, sectoriales, corporativos,
competitivos. , Con la plena unión monetaria".
El Ipc:
Para medir la inflación se recurre a un índice de precios
que, mediante una cifra, expresa el crecimiento medio de los bienes durante un
período de tiempo determinado. Por tanto el IPC español es una medida
estadística que recoge la evolución de los precios del conjunto de bienes y
servicios que consume la población residente en viviendas familiares en España.
Se entiende por consumo el gasto real de la población en bienes y servicios
quedando excluidas tanto las operaciones de gasto imputadas, relativas al
autoconsumo, autosuministro, alquiler imputado los consumos subvencionados:
sanitarios o de educación, así como la compra de viviendas.
Así el instituto nacional de estadística elabora una lista de artículos
representativos del total de bienes y servicios de consumo, lo que se conoce
como cesta de bienes. Tomando esta cesta en el año base, se toma el precio de
los productos en el momento de elaborar el índice. Obteniendo el coste de la
misma cesta de bienes en dos fechas diferentes, se calcula el cociente de los
dos cuyo resultado es el índice de precios.
Para la elaboración de la cesta de bienes en el caso español se seleccionan
un total de 471 artículos clasificados en 8 grupos, estando cada articulo
ponderado en función del gasto realizado en ese articulo con respecto al gasto
total efectuado por los hogares. El año base para determinar el IPC fue 1.992.
En los medios de comunicación se difunde la tasa de inflación interanual, que es
la más utilizada dentro de mundo económico y mide el crecimiento de los precios
en los últimos doce meses.
¿Cómo se calcula el IPC?
Se recogen y procesan cerca de 150.000 precios distintos de 471 artículos
diferentes, en 29.000 establecimientos de 130 municipios de toda España, de los
cuales 50 son capitales de provincia, 78 municipios no capitales, más Ceuta y
Melilla.
La recogida de los precios se realiza entre los días 1 y 22 de cada mes,
ambos inclusive. Los establecimientos seleccionados siempre se visitan el mismo
día del mes, de modo que la variación reflejada por el índice corresponda
perfectamente a una variación mensual.
Los establecimientos tienen que ser
del tipo medio o del tipo más frecuentado en la localidad; los de mayor volumen
de ventas o de afluencia de clientes y, ofrecer garantía de continuidad en los
artículos seleccionados en ellos.
La muestra de establecimientos se mantiene
fija a lo largo del tiempo; solamente se sustituyen los establecimientos que
cierran, cambian de actividad, pierden representatividad en lo que al consumo
realizado en ellos se refiere, y aquellos en los que deja de comercializarse
definitivamente el artículo del cual se tomaba el precio.
Cada establecimiento se visita una vez al mes con la excepción de los que informan del precio de los llamados artículos de recogida trimestral - aparatos electroacústicos, electrónicos, muebles, servicios de reparación y, en general, todos aquellos que no representan excesivo número de variaciones de precios a lo largo del tiempo-, para los cuales la recogida de precios en cada establecimiento se realiza cada tres meses. Por el contrario, como los artículos perecederos están sujetos a fluctuaciones importantes de precios, estos se toman tres veces a lo largo del mes en cada uno de los establecimientos seleccionados en las capitales de provincia, aunque sólo una vez en los establecimientos del resto de los municipios.
Los precios recogidos son los efectivos de venta al público con pago al contado.
No se tienen en cuenta los correspondientes a mercancías defectuosas,
liquidaciones, saldos, rebajas u ofertas, a no ser que estas se hagan de forma
generalizada en todos los establecimientos de la localidad y tengan una duración
mínima de dos meses.
Se calculan índices para España, las diecisiete
Comunidades Autónomas, las cincuenta provincias, Ceuta, Melilla y, para la
agrupación formada por estas dos ciudades.
Todos los sistemas basan el cálculo de éste índice en la fórmula Laspeyres, que es un índice complejo que expresa, con un único dato, la variación de los componentes que lo integran a lo largo del tiempo, ponderando cada uno de ellos según su importancia.
¿Cómo nos afecta el IPC?
Suele utilizarse como medida de la inflación. Señalando, de este
modo, la pérdida de poder adquisitivo que sufren los agentes económicos por la
subida de los precios de los bienes y servicios destinados al consumo.
Arrendamiento de inmuebles. Según la Ley de Arrendamientos Urbanos, durante los
cinco primeros años de duración del contrato la renta sólo podrá ser actualizada
basándose en lo que suba el IPC del año anterior.
Negociación salarial y
pensiones. El gobierno suele actualizar el Salario Mínimo Interprofesional, las
pensiones o, los sueldos de los funcionarios públicos, subiéndolos en la medida
en que fije sus previsiones de crecimiento de la inflación. Por su parte los
incrementos salariales pactados en negociación colectiva, se hacen en función de
la tasa de inflación prevista sobre la base del IPC. En algunos Convenios
Colectivos existe una cláusula de salvaguarda, que permite una mayor subida de
los salarios, caso de que la inflación sea mayor de lo esperado.
Declaración de la renta. El Ministerio de Hacienda suele deflactar
cada año la declaración de la renta en lo que haya subido la inflación. Ello
supone aumentar las deducciones y las cantidades a cada tramo contributivo,
puesto que los contribuyentes, al subir los precios, necesitan más dinero (en
términos monetarios) para comprar las mismas cosas.
En las finanzas. Cuando sube la inflación suben los tipos de interés, por tanto, aquellos que tengan una hipoteca con un tipo de interés variable, verán aumentar lo que tienen que pagar a su banco cada mes. Los consumidores piden menos créditos para comprar cosas y las empresas también pedirán menos créditos para inversiones.
Como consecuencia de ello, las empresas venderán menos y bajarán sus beneficios y, a la vez, los ahorradores meterán su dinero en renta fija, debido al alto interés que perciben por su dinero y, por lo tanto, la Bolsa terminará bajando. Si la inflación es baja, sucede lo contrario.
Con John Maynard Keynes (1883-1946) aparece la respuesta del siglo XX, a las grandes figuras que habían dado forma y dirección a la ciencia económica durante los siglos XVIII y XIX. Su trabajo ha sido ampliamente criticado pero su influencia se dejó sentir muy pronto, proporcionó respuesta a las cuestiones candentes de la época que la economía política convencional dejaba en gran parte sin resolver.
Teoría general.
Las aportaciones del Tratado son:
El análisis de los motivos para retener dinero,
La preferencia relativa del público por mantener sus haberes en una forma más o menos líquida.
Los beneficios anticipados del nuevo capital.
Estas ideas alcanzaron plena madurez en la Teoría general, en la que la primera aparece con el título de clasificación de los motivos para conservar el dinero, la segunda, con el de preferencia por la liquidez y la tercera con el de eficacia marginal del capital. El Tratado no considera la función de consumo. Arroja luz sobre las relaciones existentes entre el dinero, los precios y los tipos de interés, pero no contiene una teoría de la determinación de la renta nacional, que sí se encuentra en la Teoría general. En esta obra, Keynes realiza una síntesis del Tratado y unía este análisis dentro del marco de una teoría de la producción.
En diferentes contextos, renueva su petición de dirección y control, y amplía la idea al campo internacional al proponer que se instaure una autoridad monetaria supranacional de un tipo similar a la organización creada en Bretton Woods 25 años más tarde. Reitera lo expresado en anteriores artículos periódicos, acerca de las indeseables consecuencias del movimiento incontrolado de capital a través de las fronteras internacionales. Señala que las inversiones en el extranjero se hacen como consecuencia de los que los tipos de interés sean más altos en el exterior. Pueden no conducir a ajustes en forma de mayores exportaciones de mercancías, debido a que el movimiento de éstas refleja disparidades más bien en cuanto a costes, que en cuanto a tipos de interés. Las inversiones en el exterior pueden ser causa de que suban los tipos de interés en el interior, pueden frustrar la reducción del desempleo en el interior y pueden requerir el asumir riesgos no garantizados. A fin de evitar la desviación de fondos de la inversión en el interior al exterior, Keynes sugiere condiciones diferentes para ambas, un subsidio en el primer caso y un impuesto en el segundo. Durante la década de 1930, se volvió también aprensivo respecto a los efectos del libre comercio sobre un país como Inglaterra que difícilmente equilibraba la balanza de pagos ya que sus importaciones superaban en gran medida a las exportaciones. Sugirió que en lugar de permitir verse forzada a una deflación o a una disminución de los salarios, debería llevar a cabo una política de protección mediante tarifas. En un artículo publicado en 1933 va más lejos, indicando que una política de mayor autosuficiencia y aislamiento económico podría reducir los costes de ajuste intolerables en caso contrario.
Entre las grandes figuras del pasado Keynes destaca a Malthus y a Jevons. Son los que más dejaron sentir su influencia sobre el trabajo de Keynes y con los que sus doctrinas o métodos estuvieron más hermanados.
"La teoría general"
La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, fue la obra cumbre de Keynes, publicada en 1936. La reacción inicial a este trabajo no fue universalmente favorable, pero gran parte de la esencia de su pensamiento pasó pronto a formar parte de la doctrina económica normalmente aceptada. Durante la II Guerra, publicó un pequeño tratado titulado Cómo pagar la guerra en 1940, en el que desarrolló el concepto del "bache inflacionista" propuso préstamos forzosos, unas veces descritos como ahorros forzosos y otras como pagos diferidos para financiar la guerra. Posteriormente representó a Inglaterra en la conferencia de Bretton Woods en 1944, en la que se debatió el proyecto de creación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial y también en otras negociaciones internacionales. Abogó por una organización financiera internacional con importantes posibilidades de expansión monetaria. Su plan no fue adoptado en aquel momento pero sí llegó a realizarse parcialmente más tarde.
El capitalismo libera de la época moderna, que Smith había anunciado, cuya victoria había sido proclamada por Ricardo y que Marx había intentado destruir, fue transformado por Keynes. Cuando publicó esta obra el mundo estaba sufriendo todavía el masivo desempleo de la gran depresión. La desesperanza se extendía respecto a un orden económico que dejaba a tantos hombres sin trabajo. La economía política convencional aconsejaba nuevas deflaciones, bajas de salarios y restricciones presupuestarias, pero todos estos remedios demostraban no hacer sino agravar la enfermedad, en lugar de aliviarla. Se oían voces que anunciaban el derrumbamiento del capitalismo y que proclamaban el cumplimiento de las predicciones de Marx. Keynes indicó el camino para una solución diferente y su trabajo proporcionó un marco teórico que contenía tanto un diagnóstico de las enfermedades económicas principales de la época, como sugerencias para su curación. Su pensamiento fue conquistando gradualmente la opinión económica y, bajo su influencia, el pleno empleo se convirtió en un objetivo que fue explícitamente apoyado por los gobernantes de muchos países y buscado mediante las políticas propuestas por él. En las décadas que siguieron a la II Guerra, las depresiones se convirtieron en los países muy desarrollados en suaves y cortas recesiones, transformación que muchos observadores han atribuido a la efectividad de la economía keynesiana.
En la evolución del pensamiento de Keynes las ideas expresadas en la teoría general representan un desplazamiento desde la estabilización de los precios como objetivo de la política pública, a la estabilización de la renta y del empleo a altos niveles. La esencia de esta obra se puede resumir así: La renta nacional es igual a la suma de los gastos de consumo e inversión. Una renta nacional de subempleo indica que los gastos son deficientes. Entre los gastos de consumo e inversión, los de consumo son más pasivos y tienden a variar como respuesta a las variaciones de la renta. Las variaciones de la renta están originadas por las variaciones de la inversión, a las que reflejan en forma ampliada. El gasto de inversión está determinado por la relación existente entre la tasa de retribución de la inversión esperada y el tipo de interés. El tipo de interés refleja la preferencia del público por mantener parte de sus haberes en forma líquida. El gasto deficiente, es decir, insuficiente para generar el pleno empleo, puede ser aumentado mediante el estímulo del consumo y de la inversión. La inversión privada puede ser complementada mediante la inversión pública, o sea, por el gasto compensatorio de las autoridades públicas, que dará por resultado una "economía compensatoria" y la socialización parcial de la inversión.
Keynes construyó esta teoría con la ayuda de un instrumento analítico:
En primer lugar, la función de consumo o propensión al consumo, es decir, la relación funcional entre el consumo y la renta. Formulado en forma media o marginal y tiene su contraparte en la propensión al ahorro, siendo la suma de ambas propensiones igual a la renta o unidad. La relación entre el consumo y la renta se supone bastante estable, y no fija, y ello facilita las predicciones acerca de las cantidades que los consumidores desembolsarán de las diferentes e hipotéticas rentas.
En segundo lugar, el multiplicador, inversamente relacionado con el ahorro, y definido como el inverso de la propensión marginal al ahorro, el cual indica la forma que una variación de la inversión origina una variación múltiple del gasto de consumo y, por lo tanto, de la renta. Para una propensión al consumo determinada, el multiplicador hacía posible calcular las variaciones de la renta producidas por las variaciones de la inversión.
El tercer elemento del instrumento analítico de Keynes es la relación entre el ahorro y la inversión, considerada nuevamente en la Teoría general. En el tratado el ahorro y la inversión son considerados como desiguales, en ésta son descritos como iguales por definición, al ser descritos ambos cono la diferencia existente entre la renta y el consumo durante el mismo período. Sin afectar a la esencia del argumento de Keynes, muchos intérpretes de su pensamiento prefieren, sin embargo, una diferente formulación, en la que se distingue entre el ahorro ex- ante o planeado y el ahorro ex-post o realizado. En esta interpretación, mientras el ahorro expost es definido, al igual que la inversión, como la diferencia entre la renta y el consumo del mismo período, con lo que el ahorro y la inversión son por definición iguales entre sí, el ahorro exante es considerado como la diferencia entre el consumo de un período y la renta del período precedente. El ahorro ex- ante puede ser menor o mayor que la inversión; en el primer caso, la renta y el ahorro se elevarán consiguientemente durante los períodos siguientes hasta que el ahorro ex -ante, el ahorro ex-post y la inversión sean iguales entre sí cuando se alcance la renta de equilibrio. En el segundo caso, la renta, y con ella el ahorro, bajarán durante los períodos siguientes hasta que hayan descendido hasta el nivel de equilibrio.
La cuarta parte del instrumento analítico de Keynes lo constituye el incentivo a invertir, que refleja las variaciones de la eficacia marginal del capital o tasa de rendimiento esperada de las diferentes sumas de inversión, y el tipo de interés. Este análisis adjudica un lugar prominente al papel representado por las expectativas y subraya el carácter volatil de las inversiones, cuyas fluctuaciones afectarán a su vez, a la renta. Coordina la decisión de inversión con el cuerpo central de la teoría microeconómica al interpretar dicha decisión en función del principio de maximización. Si disminuyen los rendimientos marginales esperados, conforme aumentan las sumas dedicadas ala hipotética inversión, los rendimientos serán maximizados mediante un gasto de inversión cuya tasa marginal de rendimientos sea igual al tipo de interés. Si se realizan gastos mayores, el coste será superior a los rendimientos y si son menores los inversionistas no agotarán las oportunidades para conseguir rendimientos por encima del coste.
Keynes se adhiere a la teoría de la preferencia por la liquidez para interpretar el interés, teoría monetaria que explica el fenómeno en función del dinero, a diferencia de las teorías "reales", como la teoría de la preferencia de tiempo o la teoría del interés-productividad. Desde aquel punto de vista, el tipo de interés está relacionado funcionalmente con la cantidad de dinero en efectivo que el público desea retener disminuyendo los tipos de interés conforme suben los supuestos saldos en efectivo. La función de preferencia por la liquidez refleja los diversos motivos para retener dinero en efectivo: motivos de especulación inducen a los hombres a preferir el dinero en metálico a los valores cuando, en contraste con la opinión reinante en el mercado, esperan que los precios de los valores vayan a bajar o, lo que es lo mismo, que el tipo de interés vaya a subir. Las autoridades monetarias, al dotar al público de mayores saldos en efectivo, pueden hacer que el tipo de interés descienda, estimulando con ello un mayor volumen de inversión. La trampa de la liquidez, pone un límite a esta oportunidad porque una vez que el tipo de interés ha llegado a un nivel muy bajo, el posterior aumento de los saldos en efectivo no podrá ya seguir haciéndolo bajar. A este bajo nivel, los poseedores de valores creerán que lo único que puede esperarse es un aumento de los tipos de interés o una disminución de los precios de los valores, y estarán por ello, dispuestos a vender valores a las autoridades monetarias a los precios reinantes, a fin de mantener el tipo de interés como está. Por lo tanto, la pretensión de enfrentarse a una depresión mediante una política puramente monetaria puede resultar un fracaso y deberá recurrirse a la política fiscal.: obras públicas o reducciones de impuestos.
La inflación provoca graves distorsiones en el funcionamiento del sistema económico debido a su imprevisibilidad. Si se pudiera predecir con absoluta exactitud la fecha y la cuantía de la subida de precios de cada uno de los productos, los únicos perjuicios provendrían del trabajo de corregir las etiquetas o los menús.
Los problemas provocados por la inflación se derivan precisamente de su imprevisibilidad ya que ni todos los productos ni todos los factores subirán sus precios al mismo tiempo ni en la misma proporción. Y cuanto mayor sea la tasa de inflación, más amplio será el margen de error en las expectativas de los agentes económicos y por tanto mayor la sensación de inseguridad.
Los precios son una vía por la que se transmite la información necesaria para que los consumidores decidan correctamente qué deben adquirir y para que las empresas calculen qué y cuánto deben producir. Si los precios están cambiando continuamente, dejan de cumplir su función informativa; los consumidores serán incapaces de saber si un supermercado tiene los precios más bajos que otro; los supermercados perderán el estímulo para mantener los precios bajos y serán incapaces de predecir los efectos sobre la demanda de una subida de los precios de mayor o menor cuantía.
Los efectos de la inflación sobre la distribución de las rentas consisten esencialmente en el desplazamiento de riqueza de los acreedores hacia los deudores. El individuo que haya prestado dinero observará cuando lo recupere que lo que percibe tiene menos valor que lo que prestó. Los ahorradores son castigados con la pérdida de valor de sus fondos. Los que han gastado por encima de sus ingresos, en cambio, reciben un premio a la imprevisión y el derroche. En general, todos los perceptores de rentas fijas (jubilados, pensionistas, rentistas propietarios de títulos de renta fija, propietarios de viviendas en alquiler con contratos no indiciados) verán reducir la capacidad adquisitiva de sus ingresos. Los que deben abonar esas rentas (el Estado, las empresas emisoras, los inquilinos) percibirán un inmerecido beneficio.
El Estado verá también aumentar sus ingresos fiscales: cuando los impuestos son proporcionales o progresivos, las tasas impositivas estarán gravando rentas de menor cuantía en términos reales; además, el número de familias perceptoras de rentas exentas se verá reducido. Por otra parte la inflación actúa como un impuesto encubierto: si, por ejemplo, el banco central pone en circulación billetes que, pasado un año, ven reducido su valor en un 25%, los que hayan estado en posesión de esos billetes durante un año habrán sufrido una recaudación forzada de la cuarta parte de sus fondos en efectivo; otros beneficiados por este impuesto, además del banco emisor, son todos los bancos que participan en el proceso de creación de dinero.
El aumento del riesgo provocará un aumento en el coste del dinero. Los tipos de interés a que se prestará el dinero deberán incrementar la retribución habitual por dos conceptos: la necesidad de cubrir la depreciación del principal y el riesgo por no poder prever con exactitud esa depreciación.
La inversión se verá desalentada por muchas razones. Además del aumento en los tipos de interés, el empresario encontrará dificultades adicionales para prever los beneficios de su actividad debido a la inseguridad en los precios futuros de los factores, los productos intermedios y los productos finales. Solo se iniciarán las empresas más prometedoras. En épocas de fuerte inflación, las inversiones más seguras y rentables suelen ser las de carácter especulativo: las joyas y obras de arte, los inmuebles, las divisas y los valores extranjeros, actúan como depósito incorruptible de valor; al coincidir una oferta muy rígida con un gran aumento de la demanda, sus precios pueden crecer de forma desorbitada, proporcionando así beneficios muy superiores a los de cualquier inversión productiva.
- www.usuarios.iponet.es/casinada/33dato.htm
- www.web5.demasiado.co.../inflacion.htm
- www.inei.gob.pe/inei4/percifra/inf-eco/econo.
- Bibliografía, libros y enciclopedias virtuales
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AUTORES: Daniel Montesinos y Jesús María Pérez